A que no te atreves a leer este Blog
Cuentos, Narraciones y Crónicas... Realidades Quiméricas que pretenderé usted conozca, estimado desconocido...
viernes, 9 de noviembre de 2012
Noches frías.
domingo, 15 de abril de 2012
Digitalismo
martes, 3 de enero de 2012
Bendita la humanidad
La jaqueca que en ese momento sentía me retumbaba con tanta fuerza que si hubiera un revolver disponible, le hubiera colocado una bala suicidio sin ningún remordimiento y con el único deseo de callar mi sufrimiento. Pero no, no había ningún revolver, no había un cuchillo, ni siquiera las armas letales que tuvo la desgracia de crear y conocer el mismísimo hombre: “poder y dinero”.
¿Por qué no podía encontrar ninguna de estas cosas en mi situación actual? Simplemente, porque ahora estoy en un bosque, desperté aquí hace unas 3 horas, según mi criterio. Al principio creí que se trataba de un secuestro, y aún pongo en duda la cuestión, pero jamás he escuchado sobre un secuestrador que use como prisión un bosque. En cierta forma creo que me debería de sentir aliviado y sin estrés, digo, estoy en un bosque, llevaba tiempo que no respiraba aire tan puro. Lamentablemente la urbanización y la monotonía de mi oficina me han consumido casi por completo.
Estoy tan acostumbrado a mi vida de sedentario digital, que ya ni siquiera tengo ganas o fuerzas para seguir recorriendo el bosque. Tal vez los bosques ya no son parte del hombre, tal vez hemos evolucionado demasiado para ellos.
Una fuerte cachetada resonó la verdura del bosque, un búho me acababa de abofetear con su ala.
Mi ira fue tanta que pudo formar palabras:
“¡Ahg! estúpido animal, no cabe duda que hay seres que no se desarrollan más allá del salvajismo”
El búho se colocó en una rama cercana a mi, me miró con la mirada más penetrante y fría que pudo haber usado desde el momento en que nació hasta el resto de lo que le quedaba de vida. Acto seguido, me escupió en la cara, estuve a punto de reclamar con maldiciones cuando sorprendentemente el búho me interrumpió con palabras que sólo el hombre podía formar: “Ser humano imprudente, si te trató de manera que tu consideras salvaje es porque tengo mis razones bien fundadas, pon un poco de atención, si Dios te dotó de la capacidad de aprendizaje, aprovéchala. ¿De verdad crees que eres el animal más sabio? ¿Cómo puedes creerte tan sabio cuando llamas riqueza a la capacidad de destruir el medio ambiente del que dependes? ¿Cómo esperas que te considere tan inteligente como presumes serlo, cuando tu especie crea productos como excusa para exterminar sus mares, tierras y recursos, y todo esto sólo para convertirse ustedes mismos en un producto innatural? ¿Crees que eres inteligente, cuando tú que usas oxígeno y produces contaminación destruyes las plantas que usan contaminación y producen oxígeno? ¡Vaya inteligencia me has venido a exponer! La verdad humano es que sobrevaloras tú evolución.”
Después que el búho terminó su discurso quedé boquiabierto, él por su parte agitó alas y emprendió nuevamente el vuelo que había interrumpido sólo para darme una cachetada.
Quedé atrapado en el bosque dos horas más hasta que por fin, como si fuera uno de esos milagros que nos dan a conocer en las películas, una empresa encargada de trabajar el papel, vino y exterminó el bosque sin piedad, para mi bendita suerte.
lunes, 3 de octubre de 2011
Tragedia en los astros
Nací en la tierra, pero allí ya no es lugar para quienes son seres de carne y hueso, ahora hemos emigrado a un errante artificial que genera su propia luz y energía, no tiene un rumbo fijo y probablemente –según se cuenta entre la gente- carece de destino. Pero es en este lugar donde habita lo que ha quedado de la raza humana.
A esta gran roca de fuego y metal se le conoce como “El Buscador”, creada para ser utilizada como último recurso en caso del cumplimiento del advenimiento de los apocalipsis de la teología y la ciencia, , vagará por el espacio externo buscando un nuevo planeta que destruir. Pues la ambición del hombre ya ha destruido su primer hogar.
En estos últimos días de la existencia del hombre, hasta el más salvaje animal se comportaba con mayor compostura que el más listo de los humanos. Corrompieron su religión del mismo modo que su ciencia, como la gente humilde es corrompida al conseguir algo de poder y sentir que sólo está logrando la justicia que se le había arrebatado.
¿Dónde derrocharan su dinero ahora que lo más valioso es la riqueza verdadera, aire, agua y tierra?
SE calculaba que la atmosfera artificial –generada por un domo artificial- sólo dudaría dos siglos a lo mucho (siendo optimistas, claro). A muy pocos les importaba, pues el fin de los tiempos no resultó en ninguna lección para ellos. En estos tiempos que el alimento era escaso, unos cuantos hasta debían recorrer al canibalismo, en especial los que aún eran considerados la clase social más baja, la pobreza extrema estaba súper extendida en sectores poblacionales que años atrás habían sido por lo menos clase media baja.
Ahora que los pocos supervivientes (pocos en comparación con la población antigua) vivían en un terreno muy compacto, las discusiones eran tremendas, frecuentas pero tan innecesarias como lo eran en sus tiempos de vida intraterricolar vestir marcas y fama.
Yo, por mi parte, estaba harto hasta mi último átomo, la jaqueca me había arruinado el apetito, pero yo aun vivía y lo hacía con esperanzas, de que algún día llegara la paz, no a la Tierra, no a “El Buscador”, a nuestro nuevo y próximo hogar, eso resultaría en caos de nuevo y esa no es la naturaleza del cosmos, en cambio tal paz debía llegar a la mente de cada uno de los seres que yo mismo consideraba hermanos de raza, pues para mi sus estúpidas fronteras habías sido destruidas, sus inútiles ideas predispuestas y clichés no se convertían en barreras tan grandes como para que no se dieran cuenta que todos éramos seres vivos. Para mi fiel tortura, este sentimiento nunca llegaba. Ya habíamos vivido 20 años en esta chatarra, el ambiente era cada vez más pesado, pero hoy, este mero día, se convirtió en una catastrófica bendición.
Un gran asteroide, ¡Roca sin censura que demuestras tu terrible y caótica espesura, gracias! Un colosal asteroide, quise decir, rozó nuestras reservas de energía, el movimiento de nuestro planeta de metal llego a todos lados, un temblor tan magnífico que no hubo alma que no se sometiera ante su furia y callará todo su aire para después dejarlo salir a grito en desesperación. Los cerebros de mis compatriotas aceleraron el pasó de información, por ende sus mentes enloquecieron momentáneamente ante la crisis. El diagnostico científico: “Nos queda en aproximación menos de un año de vida”.
Esa fue la primera noticia que tuvimos, causó tanto impacto que ocasionó alboroto tan descontrolado que hacía llover sangre. Un mes después el gobierno dio con exactitud nuestro tiempo de vida: “167 días 3 horas y 4 minutos”.
Desde ese día gané una nueva filosofía: 167.3.4
Contaba cada día, no me tomaría desprevenido tal fecha. Esperaba con ansias que como ahora se había establecido un final, el mundo viviera en paz por fin… Pero supongo mi capricho fue muy grande.
Durante este tiempo se llevaron a cabo tres guerras a base de armas poco evolucionados, “Las guerras salvajes por comida aire y locura”.
Mi memoria pesaba más con cada día vivido, hubiese podido hacer un diario con todo lujo de detalles y diálogos incluso. Pero no lo hice, y no planeó hacerlo, ¿Saben por qué? Porque ya no hay tiempo… Hoy es el último día…
Lo comencé con total normalidad, y esperé a que faltara una hora para el gran espectáculo final. Cuando por fin se acercó el tiempo me dirigí a los extremos de “El buscador” llegando a las orillas del domo, llevaba mi café y una libreta con bocetos de mi mente corrupta y del universo armonioso. Me senté en el pasto artificial, toqué el domo con toda la palma de mi mano – era como sentir la negrura del espacio exterior perfecto en mis cinco dedos imperfectos- voltee detrás de mí, para ver como seguía la muchedumbre en caos, luego fijé mi mirada en todo lo que había fuera del domo: Podía ver estrellas, planetas áridos, templados, selváticos, gaseosos y volátiles, sólidos con tremenda dureza, galaxias, rastros de explosiones, uno que otro cometa pasar.
Nada me hacia caer en tal regocijo, que la perfección del cosmos.
-¿Podría darme algo de comer, señor del pasto?-dijo un niño hambriento y moribundo, le ofrecí mi café el cual acepto con toda la dicha de su sonrisa, después ocupó asiento junto a mí en la verdura.
- ¿Qué está mirando, señor?- cuestionó mi nuevo amigo, así que señale las estrellas fuera del domo, y le respondí que estaba apreciando la paz de la danza cósmica antes de presenciar nuestro final, ya que el hombre no deseaba tal paz pura y real. El infante quedó atónito al confirmar que efectivamente si había tranquilidad y gozo en la observancia de las luces naturales del espacio.
Llegó alguien más y mi amigo se encargó de informarle acerca de “la paz”, esa persona informó a otro y así sucesivamente, por mas difícil que le sea creer, permítame informarle amable lector que ha ofrecido su tiempo a esta lectura que en una hora, todo el mundo se entero y créame no exagero, cada ser humano, dejó sus armas, guardó sus palabras, se tiró al suelo, e indagó paz con sus miradas, o incluso quienes no podían ver, podían sentir la armonía de millones de mentes en paz y cedieron al descanso, nadie pensaba en nada más que la belleza del universo… Cuando menos nos dimos cuenta, implotó nuestra nave, nuestro hogar se despidió, pero no sin antes dejar una enorme mancha roja en el vacío. Mi consuelo radica en que la vida tuvo paz durante por lo menos, el último minuto de su existir.
lunes, 19 de septiembre de 2011
Acordes a lo lejos
Iba caminando a poca prisa -empero sin llegar a un paso lento- aquel joven infante en busca de lo que ocultan las montañas, que en este caso eran pequeños cerros que se situaban pasando el camino para salir de su pueblucho. Nuestro pobre compañero, había tenido una disputa familiar, y como berrinche decidió ir en busca de aventuras, esperando encontrar otro pueblo -cuando lograra atravesar las colinas- que tuviera aun más manjar que el suyo.
Vaya suerte que le espera, no podemos culparlo a él por aquello a lo que es ignorante, lo menos que podremos hacer es ser comprensivos ante su actuar, pues debemos siempre recordar que al final sigue siendo un niño, un niño humano. A pesar de su cordura y su capacidad de raciocinio nuestro pequeño amigo optó por seguir adelante en su operación de búsqueda.
Cuando por fin cruzó ya agotado el cerro, vio un pueblo fantasma, aunque muchos confunden tal término con una ciudad llena de espíritus, algunas veces simplemente es un lugar donde ya no habita nadie.
Nuestro compañero de aventuras miró conmovido el producto de su esfuerzo, imaginó por un breve momento, se veía a el mismo saltando por aquellos terrenos, lanzando piedras y gritando hasta agotar su alma, sus caprichos anarquistas podrían ser cumplidos en ese lugar que parecía tan cálido pero emanaba frialdad.
Conforme recorrió el fruto de su búsqueda crecía un amargo nudo en su garganta, tal sentimiento había nacido cuando dejó su hogar, pero no era tan notable como ahora que había alcanzado un límite tan grande que si hubiese encontrado una buena cama juraría yacer en ella hasta encontrar descanso de la guerra más duradera, la vida misma.
Las casuchas hechas de madera y sudor, los suelos de tierra mojada que probablemente fue pisada por muchos zapatos rotos, cadáveres de perros por todos lados… Había cosas en el contexto que perturbaban a nuestro amigo, ¡pero con cuánta razón! Cualquier niño hubiese notada falta de sequedad en su ropa interior al entrar al “pueblo fantasma de los perros muertos”, sobre él cual ahora estaba situado este valiente muchacho. ¿Cuánto dura la valentía del que con carencia de argumentos deja que sus padres lloren el desconocimiento de su paradero? Poco, diría yo.
Y Poco dijo el viento, cuando una triste brisa pasó entre las piernas del joven aventurero, su valentía pasó a mejor vida. Volteó a todos lados, comenzó su desesperación, no encontraba con su agitada mirada la salida del pueblo, no faltó mucho tiempo para que su respirar careciera de control.
Es justo en este momento de agitación pura cuando tu percepción nota que el Sol ya no está a tu favor, sino por el contrario, huye de tu vista, aleja su luz poco a poco, para volver hasta que la Luna se cansé de pasear con los lobos.
Que rápido se vuelve borrosa la mirada cuando las lágrimas no tienen miedo a salir, que poco se cansan las pantorrillas cuando corres en nombre de la supervivencia, y que inestable es la mente cuando tu compañía es nula. Corría, sin rumbo, sin la vista adelante, miraba sus viejos zapatos para no perder la esperanza al no encontrar la salida a este infierno sin demonios.
Es interesante como un sonido tan melodioso, en medio de tanto silencio puede ser la causa de una sonrisa, y es que cuando te encuentras en un pueblo abandonado oír un gruñido significa animales furiosos, oír una puerta cerrar significa ladrones o drogadictos, por otro lado, oír una guitarra tocar acordes a lo lejos significa alguien desolado, pero al fin y al cabo alguien que puede ser tu única opción de supervivencia. Precisamente ese sonido es lo que ocasionó que nuestro camarada dejará de ver la suciedad de sus zapatos, ahora concentró toda su atención en obtener la ubicación del músico que tenía la capacidad de usar su instrumento en un lugar tan vacío. A pesar de ser un pueblo que seguramente fue pobre, era bastante grande, y entre tanta tensión pareciera un laberinto a los ojos de un niño, fácilmente deduciríamos que no encontraría al señor que hace sonar las cuerdas en la oscuridad, afortunadamente para nuestro fiel amigo la guitarra no era su única posesión también lo acompañaba una vieja lámpara de aceite que entre tantas sombras brillaba como un trueno en tremenda tormenta.
Eso era lo más puro que podría existir, el abrazo de un niño al recuperar la esperanza, es cierto que confundió al viejo musical, pero también es cierto que no sería erróneo deducir que aquel anciano tenía tiempo sin recibir un abrazo, y menos uno tan puro y sincero.
-¡Ayúdeme! ¡Necesito su ayuda! ¡Estoy perdido y la luz me ha abandonado!- dijo el niño.
-Tal vez la luz no sea tu único problema, si miras al cielo veras que la lluvia mojará tus pupilas, pero calma tu preocupación, bajo esta carpa puedes pasar los minutos necesarios- Lentamente cantó aquel viejo
Nuestro muchacho hizo un gesto de agradecimiento, y el viejo un ademán para que se acercara a la zona donde la lluvia era exiliada, el infante sentó su piernas en el suelo, mientras el anciano tocaba una melancólica melodía en su linda guitarra, era un arpegio que no importa que acordes tuviese siempre regresaba a si menor. De pronto dejó de tocar. Miró a sus alrededores y luego al muchacho.
-¿Con que nombre te conocen los que a diario ves y a diario sientes?- cantó el viejo con tanta paciencia pero de manera muy clara.
- Ernesto, ¿usted tiene nombre o se ha quedado en el olvido de los labios que antes lo pronunciaban?-cuestionó Ernesto.
- Abunda verdad en tus palabras, no importa por donde lo mire mi nombre se ha perdido, lo ha tragado el pueblo de Oublie- cantó sin intensidad, pues parecía recordarle malos momentos.
El ambiente se tornaba más pesado, la poca luz de la lámpara no era suficiente contra el viento, la lluvia, y la tremenda oscuridad. Ernesto estaba muy asustado, y comenzó a notar el aroma de los animales muertos pues lo había dejado de notar cuando su miedo lo consumió. Para evitar notar estos detalles que hacían tan tétrico al pueblo, quiso continuar la conversación a pesar de que el anciano parecía estar muy concentrado en su música.
-¿Oublie? ¿Así es nombrado este lugar?- entrevistaba Ernesto al viejo distraído.
-Efectivamente, ¿De qué otro modo habría de llamarse?, hace años que nadie canta conmigo a excepción del viento- cantaba para responder la curiosidad de Ernesto.
- Eso parece una triste historia, pero mi curiosidad me lleva a preguntar, ¿Cómo ha aprendido a tocar la guitarra?- dijo Ernesto, porque en realidad se estaba muriendo de la duda desde el momento en que oyó su música.
- Pues mira que no es gran cosa, Oublie era conocido por ser un pueblo de músicos, no había alguien respetado que no supiera amar a su instrumento musical, pero ahora todos yacen 30 metros debajo de esta tierra de perros muertos- recitaba con su guitarra el único habitante de Oublie.
Esto último fue tan impactante para el oído de Ernesto, no podía evitar pensar en espíritus dentro de aquel pueblo.
-Parece que este pueblo debió ser muy colorido en sus mejores tiempos- exclamó Ernesto imaginando verdura por doquier, ejércitos de flautas y guitarras, creando su propio cuento de hadas, hasta que fue interrumpido por el viejo.
-Al contrario, el pueblo vivía bajo la mano de un asesino al que llamaban alcalde, un maestro del violín, pero había llevado a la ruina a Oublie, el pueblo era su prostíbulo, venían ladrones de otros lugares, venían estafadores, venían violadores y asesinos, le pagaban a él para que tuvieran entrada directa al pueblo, todos se alegraron el día que la bebida lo intoxicó- canto salvajemente el anciano, Ernesto no sintió ni una nota de piedad en su guitarra al relatar tremendo odio.
-¿Entonces la gente del pueblo murió a causa del descuido de su alcalde?- Surgió la duda de Ernesto y no dudo en preguntar.
- No, Ernesto amigo mío, al contrario, me consta que el alcalde luchaba para que estuviéramos vivos y no se perdiera su negocio, pero es triste saber que la solución si fue peor que el problema, al principio todos creímos que el alcalde se ahogo en alcohol, luego supimos que había sido alguien quien lo había incitado a dar cada trago del vaso de su muerte, era un músico extranjero del oeste de Europa, tocaba la guitarra como nadie en el pueblo, y había convencido al alcalde de heredarle el pueblo, ya que este no tenía hijos, una vez que ganó el acuerdo, lo llevó lentamente a la muerte, mientras le ofrecía un concierto de la guitarra clásica más triste que jamás alguien haya escuchado, fue este personaje quien dio muerte a nuestro pueblo- cantó sin ritmo ni tiempos, pues parecía que había sido una memoria perturbadora para el viejo.
-¿Cómo puede una sola persona llevar a la muerte a todo Oublie?- preguntaba Ernesto, la curiosidad lo estaba destruyendo, y el olor de los perros no desaparecía ¡al contrario! La lluvia mojaba los cadáveres lo que empeoraba el olor, y poco a poco la luz de la lámpara se consumía, el tiempo se sentía tan lento como los arpegios del viejo, la mente de Ernesto estaba a punto de explotar, pero el sonido de la guitarra le impedía volverse loco, así que se imploraba a sí mismo para que nunca dejará de tocar.
-Aquella persona por la que preguntas, no tiene nombre, y no lo merece, antes de ser una persona era ego, y esa fue la razón por la que compró con su música y bebida al pueblo desdichado de Oublie, en su primer día de alcalde, mandó a colocar carteles por todos lados, la gente del pueblo los leyó y se enteró que ya no existiría la libertad:
“Querido Oublie:
Los he liberado de quien tanto daño le hizo a la integridad de cada uno de ustedes, pero ya no han de preocuparse más, porque ahora están en manos de su servidor, Narciso el guitarrista de los mil dedos, preciso a primera hora de mañana que todo el pueblo asista a una junta general para llevar a cabo un magnifico y sublime duelo de música, verán ustedes más que ningún otro pueblo merecen la libertad por la que cada día trabajan, así que aceptaré todos los ponentes disponibles (si uno falla toda su familia caerá) los cuales intentarán deslumbrar más al viento que mi guitarra, si lo logran serán libres y abandonaré para dejar Oublie a merced de sus habitantes, si fallan no merecen la caricia del viento que se desliza por mi piel, así que deberán abandonar Oublie, serán devorados por la tierra que tanto han pisado.
Atentamente Su poseedor Narciso G.”
Fue lo más triste que nunca había leído la gente de Oublie, muchos prepararon sus instrumentos, otros huyeron, pero al salir de Oublie la hambruna los consumía a los pocos minutos, corrieron por la calle, tantísimos rumores, se presumía que Narciso era un brujo del sub suelo, y que la tierra era su boca, se decía a lo lejos y a lo cerca, que se alimentaba de la música y las almas, surgió otra leyenda acerca de su malvado plan, algunos de los más viejos del pueblo contaron historias sobre la mujer de Narciso, pues se decía que se había casado con una hechicera hermosa, a la que había engañado con la canción más bella, la hechicera al sentirse ofendida buscó venganza y engaño al avaro de Narciso con el mejor guitarrista de Oublie, sabiendo ella que su esposo no podría matarla, pues en realidad la amaba, esperaba que la dejará ir, pero los celos de Narciso fueron tan grandes que enterró viva a su esposa y dejó vivir a su amante, pero juró vengarse de él y de su pueblo de ratas, antes de morir, su esposa lo maldijo dictando que el día que alguien venciera su música, él sería tragado por la misma tierra que le dio muerte a ella. Se dice que cuando ella lo maldijo, el sonrió y dijo: “Tan poco conoces a tu esposo, ningún mortal de este mundo hace de un acorde una señal de humo para encontrar la satisfacción como yo”- Cantó el viejo, en estos momentos sus cantos parecían eternos para Ernesto.
La noche había agotado a Ernesto, estaba a punto de dormirse, pero nuevamente su curiosidad lo mataba, pero la lluvia arreciaba, el olor a perro muerto se sentía tan vivo, podía olerse la sangre de la tierra, su cabeza lo torturaba con una jaqueca tan fuerte como la telaraña de la naturaleza, pero antes de dormir para esperar el regresó del sol, necesitaba oír el final de la historia.
- ¿Espera, acaso todo el pueblo fue derrotado por Narciso excepto usted?- preguntó asombrado Ernesto.
- Narciso era un pedante, mi joven niño, para vencerlo solo hacía falta enseñarle que el arte no está bajo tierra, recuerda que atacar fuego con fuego puede ser peligroso pero funcionará, yo era el oponente correcto para Narciso, el que le podía vencer, le quité a su mujer, y le quité su fama, debes creerme cuando mis palabras te dicen que no hay hombre más estúpido que quien piensa que nadie puede vencerlo- recitó acompañado por su guitarra aquel viejo que alguna vez venció a tan temido brujo.
- Pero, si usted derrotó a Narciso, ¿Por qué todo el pueblo está bajo tierra?- cuestionó por última vez Ernesto, mientras sudaba frio, y miraba que su piel ahora era pálida, y su aliento no daba más aire caliente, el olor a perro muerto penetraba su cordura, su mente no se oponía pues sólo quería descanso.
- Veras amigo mío, Ernesto el joven perdido, si bien Narciso no era el mejor guitarrista, tampoco era el más listo, ni el más maquiavélico, no era tan perfecto como yo, ahora si eres tan amable, de acompañar a la amada de Narciso, hace años que no doy un bocado, y estoy muerto de hambre- terminó su canto y guitarreada aquel singular anciano.
La lluvia cayó tan fuerte que debió detenerse. El viento fue tan agitado que tuvo que calmarse. La oscuridad fue tan profunda que debió amanecer. Ernesto vivió su máximo esplendor, luego se acostó en la tierra cubierta con la sangre de los perros, y poco a poco la tierra consumió su cuerpo, para darle hogar a su alma juntó a la de los músicos de Oublie.
Cuando terminó el proceso, el viejo se paró y colocó su guitarra a un lado, frotó con sus talentosas manos su nuevo rostro y pintó enorme sonrisa en su expresión cuando vio su cuerpo rejuvenecido… Estaba tan joven que hasta podría tocar su música en otro pueblo quizá.